Afrodisíacos a la mesa

Algunos investigadores atribuyen el origen de la gastronomía afrodisíaca a los griegos, porque el término proviene de la diosa Afrodita (Venus para los romanos), deidad mitológica del amor, pero mucho antes los chinos e hindúes ya habían ideado sus propias recetas.

Diversos estudios afirman que no hay una relación entre la excitación sexual y la ingesta de ciertos alimentos. Lo cierto es que la ambientación, la decoración, la disposición del lugar donde se sirve, los olores y la música, son factores fundamentales para alimentar el ingrediente fundamental: la imaginación.

Hasta el momento, los únicos afrodisiacos que cuentan con el respaldo de diversas investigaciones científicas, son los producidos por el cuerpo humano: las feromonas, halladas también en diversas especies de animales, ya que son potentes “imanes” que provocan la atracción sexual.

El placer del sabor se centra en la lengua y el paladar, aunque a menudo no comienza por allí, sino por el recuerdo de lo que antes pudo exacerbar el deseo. Y parte esencial de ese placer reside en los otros sentidos: la vista, el olfato, el tacto, incluso el oído.

El sabor se asocia con la sexualidad, al emplear un menú debemos considerar diferentes sabores para que se complementen y se distingan uno de otro sin competir. El orden en que se sirven los platillos influye en la apreciación de los mismos; conviene no entrar de lleno con el guisado más suculento, porque si se sirve primero, todo lo demás resulta insulso.

Aunque muchos le atribuyen a la carne valores afrodisíacos, lo cierto es que los pueblos cuya dieta contiene muy poca carne son los de más alta explosión demográfica y los que han cultivado con más esmero el arte del erotismo, como los asiáticos.

Las hierbas y especias son esenciales para resaltar olores y sabores en las comidas, de ahí que se le atribuyan poderes afrodisíacos. Desde la albahaca hasta el jengibre, pasando por el azafrán, planta venerada en el Tibet, y el anís, que en el Medio Oriente se usa para incitar al amor de los recién casados y curar la impotencia.

El curry no es una especie, sino la combinación de muchas: coriandro, cardamomo, cayena, pimienta, jengibre, canela, semillas de mostaza, cúrcuma, entre otras. Por eso, en la cocina asiática este compendio de especias está presente en muchas recetas.

El jengibre, del que se usan sus raíces, es una de las más asociadas a la gastronomía afrodisiaca. Los condimentos de Madame du Barry preparaban una mixtura de yemas de huevo y jengibre que inducia a los amantes de esta cortesana y al mismo Luis XV a la lujuria desatada.

En la lista de productos que incentivan la libido se destacan el chocolate, bebida sagrada de los aztecas, relacionado con la diosa de la fertilidad. Es tan atractivo y excitante como el café, pero además se le atribuye simbolismo en los ritos de cortejo romántico.

La miel, néctar de Afrodita, resultado del alma de flores y el trabajo de las abejas, ha servido para endulzar la vida mucho antes del descubrimiento del azúcar. Su sabor y aroma dependen de las flores donde han libado las aladas obreras. Su reputación como afrodisiaco es extensa: los novios van de “luna de miel” y en muchas culturas es parte de la ceremonia y del ágape matrimonial.

Receta afrodisíaca

Ingredientes:

300 gramos de frambuesas picadas
Medio tarro de leche condensada
El jugo de un limón
125 gramos de queso crema

Preparación:

Mezclar la leche condensada con el jugo de limón. Batir el queso crema y añadir poco en poco la leche condensada con el jugo de limón y las frambuesas picadas finas (dejar algunas enteras para decorar). Verter en copas, decorar a gusto con frambuesas enteras y dejar en el refrigerador hasta el momento de servir.

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