Las Salinas de Brito, en la Ciénaga de Zapata, (el mayor humedal cubano ubicado en la occidental provincia de Matanzas), pueden parecer a primera vista, un sitio inhóspito, incapaz de atrapar a turista alguno; sin embargo, hoy recrea uno de los lugares predilectos para la observación de aves en la Mayor de las Antillas.
En Cuba, la temporada alta del turismo se registra de noviembre a abril, cuando llega una gran cantidad de viajeros, sobre todo provenientes de Canadá y Europa. Y precisamente, del Reino Unido, Alemania y los Estados Unidos, arriban quienes más aman las aves y la naturaleza, y se mueven por todo el planeta en busca de emociones y de conocimiento sobre el entorno.
UN SITIO MUY ESPECIAL
Dentro de las áreas protegidas se trata de un lugar icónico para la observación de aves, está en un acceso hacia los manglares y lagunas interiores, con preferencia para los avistamientos, de noviembre a febrero de cada año, cuando ocurren las migraciones.
Se trata de 40 000 hectáreas, un sector del Parque Nacional Ciénaga de Zapata, con los primeros 12 kilómetros de bosques bosques en el extremo húmedo del rango de precipitación, y con 20 a 25 metros de altura, mientras que los bosques que crecen en zonas de menor precipitación son casi ciento por ciento deciduos, y en general son menores pues no pasan de 15 a 18 metros.
También estas zonas están acompañadas de lagunas, interiores con manglares en los que los flamencos son el mayor atractivo, aunque no el único, porque también constituyen espacios perfectos para especies como la sevilla de espátula rosada, pico de cuchara, los pelícanos blancos que vienen de Norteamérica, entre otros.
Además de la observación de aves, las Salinas permite la pesca a mosca recreativa deportiva, de ahí que sea manejada mediante contrato con varias instituciones y turoperadores internacionales.
ALGO DE HISTORIA
El lugar debe su nombre a José Brito Santos, quien en 1935 se dio cuenta de que los pobladores del lugar en invierno reclamaban la sal, cuando las lagunas interiores se secaban por las pocas precipitaciones y las personas iban en mulos, carretones, o a caballo, a buscar bloques de sal, muy preciada para cocinar y conservar alimentos.
Brito vio la oportunidad de sacarla a gran escala y construyó unos estanques dentro de los manglares, para bombear el agua de la laguna hacia esos estanques, los dejaba secar y con un molino antiguo la sacaba por vía marítima y terrestre.
Diversidad, viajes en kayaks y otros programas ahora pausados llevaban a los turistas en botes impulsados por pértigas, hacia una isleta en el interior de los lagos para ver jutías, iguanas y pescar a mano.
Y esta es también la región donde los científicos determinaron un enterramiento en el sitio llamado Guayabo Blanco descubierto en 1913, luego de una expedición de cuatro años organizada por el científico cubano Juan Antonio Cosculluela Barreras (1884-1950), al encontrar lo que denominaron el Hombre de Zapata, cuyas osamentas en la actualidad se encuentran en el Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana.
Cosculluela Barreras en 1918 presentò un importante libro sobre estos temas. Fue ingeniero civil, profesor e historiador. Realizó diversos estudios, proyectos y obras hidráulicas a lo largo de su carrera. Ejerció durante 27 años la enseñanza de la Ingeniería Sanitaria e Hidráulica en la Universidad de La Habana, y realizó también estudios históricos y arqueológicos, los cuales constituyeron aportes valiosos al conocimiento de las culturas aborígenes.
Por tanto, con todos estos elementos, historia y tradiciones, junto a la belleza y la riqueza del paisaje que nos ocupa, la Ciénaga de Zapata es uno de los lugares más importantes de Cuba en materia de turismo de aventuras y naturaleza.
UN SANTUARIO DE AVES
Las Salinas de Brito es un área hermosa de varios kilómetros cuadrados de extensión y ademàs, un santuario de aves.
Según Julio Antonio Amorín Ponce, historiador del municipio Ciénaga de Zapata, se presume que el explorador Cristóbal Colón pasó cerca de Las Salinas durante su segundo viaje al continente americano. Sin embargo, el primero en describir la zona fue Don Luís Juan Lorenzo D’Clouet, un francés fundador de la Fernandina de Jagua, hoy ciudad de Cienfuegos.
Investigadores afirman que D’Clouet envió una carta a la reina Isabel donde ponderaba las bondades del lugar para la explotación de la sal. La extracción de este preciado producto se remonta por tanto a la época colonial, y de los siglos XVI al XVIII el tráfico de piratas y corsarios por las aguas aledañas favorecieron su comercio.
También durante las Guerras de Independencia del siglo XIX contra la colonia española, la sal común favoreció a los patriotas cubanos para conservar o preparar los alimentos. Las Salinas fue conocida por los habitantes de la comarca con los apellidos de Cazones y de Brito, este último el que más perdura.
La ubicación exacta de Las Salinas, mirada desde el mar, es cercana al vértice izquierdo de la Bahía de Cochinos, sitio histórico donde en abril de 1961 fue derrotada una invasión mercenaria de 1 500 hombres, apoyada por los Estados Unidos.
El sistema de marismas existente en esa zona la convierte en excelente lugar para dar refugio a más de 65 especies migratorias que allí acuden durante la temporada de invierno.
Ornitólogos reportan la presencia de la torcaza blanca (Columba inornata), cartacuba (Todus multicolor), del tocororo (Priotelus temnurus) ave nacional de la Isla, el pato de la Florida, el pelícano gris y el martín pescador, entre otras.
También figuran de forma permanente distintos tipos de garzas, y algunos ejemplares muy difíciles de observar en otros lugares como el gavilán batista y la cigüeña (bandadas de grullas habitan en las sabanas aunque es poco frecuente verlas).
Sin embargo, la vedette de la región es el flamenco rosado (Phoenicopterus Ruber), una especie protegida, de la cual expertos aseguran la existencia de poblaciones de unas 10 000 aves, la mayor en ese territorio, y que realizan sus movimientos, sin preocuparse mucho por los seres humanos que les observan.