Llena de una historia de casi cinco siglos, la siempre muy concurrida calle Obispo es hoy reflejo de la vida actual de La Habana y sitio de obligada visita para quienes quieran conocer la Cuba auténtica.
Tiendas de variados artículos, librerías, restaurantes, bibliotecas, instituciones públicas… músicos callejeros y un constante ir y venir de habaneros y turistas caracterizan esta arteria peatonal que se extiende por unas 11 cuadras de Este a Oeste, desde las riberas de la bahía de La Habana.
Su origen se remonta al siglo XVI, alrededor de 1519, fecha de fundación de la propia villa de San Cristóbal de La Habana, y en sus inicios tuvo edificaciones de yaguas y guano, levantadas en una vía estrecha para eludir el fuerte sol.
Con el transcurso del tiempo, la calle tuvo nombres diversos, pero a partir de 1936 retomó oficialmente el que hoy lleva, según especialistas por la residencia allí, en distintos momentos, de los obispos Fray Jerónimo de Lara y Pedro Agustín Morell de Santa Cruz.
Antaño se establecieron en ella casas de modas y dulcerías, animados cafés, farmacias y paulatinamente otros servicios, y era muy transitada por desembocar en la Plaza de Armas y la Casa de Gobierno.
En estos tiempos vale la pena pasearla toda, conocerla toda, pero alguna sugerencia para detenerse es el Museo Numismático, antigua sede del Banco Mendoza, que centralizó las operaciones financieras más importantes del país, y ahora atesora piezas históricas con valores estimados en más de tres millones de dólares.
También par de sitios emblemáticos, relacionados con el Premio Nobel de Literatura 1954, Ernest Hemingway, quien residió en el hotel Ambos Mundos, en la intersección con la calle Mercaderes, en cuya habitación por una década, conservada para su recuerdo, escribió su célebre novela Por quién doblan las campanas (1939).
Y sobre todo el bar restaurante Floridita, en la esquina con Monserrate, donde el escritor estadounidense tiene una estatua ante la famosa barra que rememora sus estancias en la llamada cuna del daiquirí.
Obispo, de arriba abajo, invita a andarla con el cuerpo dispuesto y la mente abierta, con ánimo de explorar un segmento de La Habana que la distingue y es uno de sus atractivos para conocerla de verdad.