Cada año se repite el ciclo por la vida que natura dicta al cangrejo rojo cubano (Gecarcinus ruricola) en varios puntos del archipiélago. Cientos de miles de cangrejos de esa especie salen de sus escondrijos de piedra en los bosques a partir de las lluvias primaverales de abril, y recorren hasta decenas de kilómetros en busca de los litorales. El objetivo es desovar sus huevos y garantizar la perpetuación en las riberas caribeñas.
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