Cangrejos rojos: ¿viaje suicida o por la vida?

Cada año se repite el ciclo por la vida que natura dicta al cangrejo rojo cubano (Gecarcinus ruricola) en varios puntos del archipiélago. Cientos de miles de cangrejos de esa especie salen de sus escondrijos de piedra en los bosques a partir de las lluvias primaverales de abril, y recorren hasta decenas de kilómetros en busca de los litorales. El objetivo es desovar sus huevos y garantizar la perpetuación en las riberas caribeñas.

Este ciclo suele realizarse anualmente de abril a julio y las hembras fecundadas que tienen la suerte de sobrevivir a los imprevistos de la peligrosa travesía pueden hacer hasta tres puestas en las playas en cada temporada reproductiva. Una verdadera hazaña en estos tiempos de incursiones humanas cada vez más frecuentes.

No todos los visitantes o lugareños son malintencionados. Pero el azar está pesando demasiado en la pervivencia de esta especie, aunque su suerte tampoco es ajena a científicos y autoridades.

Un peregrinaje necesario, que cada vez son más los que lo consideran macabro, pues miles de animalitos pierden la vida bajo las ruedas de vehículos de cualquier porte en las carreteras. También hay temerarios que los cazan por su carne, aunque las autoridades sanitarias advierten reiteradamente su toxicidad, por contener el metal tungsteno, dañino a la salud humana.

Una alfombra roja, de pesado hedor marino y putrefacto cubre las vías interpuestas por el hombre en el camino de las oleadas de cangrejo rojo hacia las playas cubanas.

Lugares como la Reserva de la Biosfera Guanahacabibes, un portentoso santuario de la vida salvaje en el extremo occidental del archipiélago, la Ciénaga de Zapata, el humedal más grande del Caribe insular, y puntos de la sureña Isla de la Juventud son escenario de ese ciclo de vida, que incluye también el desafío a la muerte, durante varias semanas.

El espectáculo de las oleadas de cangrejos, con sus desafiantes tenazas amenazantes, es de una belleza impresionante, a pesar de todo, y despierta la admiración de quien tiene la fortuna de estar presente en su avistamiento.

Para contrarrestar su aparente indefensión, se tratan de tomar acciones —no las más efectivas todavía— a fin de proteger la especie que se ha visto obligada a cohabitar con la acción antrópica y la visita cada vez más frecuente de oleadas de turistas.

Algunos tipos de cangrejos rojos, llamados también americanos, son una especie prolífica y en momentos determinados considerada invasora. Aparentemente no están en peligro de extinción, no es una especie autóctona y en ocasiones ha sido valorada de agresiva, pues también ha causado algunos perjuicios en ecosistemas donde habitan y a otras especies que cohabitan en su medio.

Así es que su existencia y reproducción debe tenerse bajo control, a juicio de algunos científicos. En un enfoque holístico, integral y sobre todo científico, se debe continuar trabajando para garantizar se cumplan los justos reclamos de ecologistas, amantes de la naturaleza, y la salud de la biodiversidad nacional.

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