Varios exponentes del movimiento de maestros del ron ligero de Cuba conversaron en Paris sobre la tradición y los conocimientos acumulados que permiten elaborar un producto único, etiquetado como el sabor líquido de lo cubano.
En la sede de la Unesco, embajadores y diplomáticos de diversos países, empresarios, expertos en coctelería, periodistas y amigos de la isla asistieron a la velada Noche Cubana. La motivación principal era el acercamiento al patrimonio inmaterial de la isla, y en particular la oportunidad de conocer detalles de uno de sus tesoros: el saber hacer de los maestros roneros.
Durante los últimos 160 años, exquisitas mezclas han evolucionado una y otra vez para convertirse en refinados productos que despiertan interés en todo el mundo, frutos de la labor de ocho generaciones de especialistas.
Los participantes en el encuentro degustaron una mezcla especial que sintetiza esa labor de décadas, un ron denominado 1724, el número del expediente de candidatura del saber hacer de los maestros roneros cubanos que aspira a ingresar en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El espirituoso 1724 constituye el resultado colectivo de los integrantes del movimiento, a partir de las bases añejas más exquisitas.
En el encuentro se resaltó el carácter natural del ron producido en la mayor de las Antillas y el compromiso con el medioambiente durante los procesos de creación.