El ilustrador y diseñador gráfico Nelson Ponce Sánchez (La Habana, 1975), recién entrado en la cuarentena, no ha perdido la expresión facial adolescente que lo identifica. Tal vez porque siempre ha seguido la estrategia del camaleón, no por aquello de camuflarse y no ser advertido, sino por la increíble capacidad de cambio y renovación.
Para él esto significa crear bajo un libre flujo de ideas y plasmar contenidos polisémicos, con marcado acento artístico, aun cuando lo utilitario o pragmático no sea desdeñado a ultranza.
Nelson siempre ha defendido la necesidad de que el diseñador o artista exprese su enfoque personal, ponga lo mejor de sí en cada obra que crea, aunque para él esto no debe entrar per se en una contradicción seria con el llamado arte funcional, como algunos plantean de manera tajante.
En 1999 fue, si se quiere, catapultado a la fama por su cartel para la película Vampiros en La Habana, creada en 1985 por Juan Padrón, cuyo póster de presentación inicial es de la autoría del sobresaliente Eduardo Muñoz Bachs.
Sin embargo, la nueva obra encargada al joven Ponce, impactante por el estilo y lo simple y potente de su mensaje, se hizo famosa con rapidez en toda La Habana y fue reproducida profusamente, además del soporte original en camisetas, llaveros, gorras de béisbol y otros medios. Popularidad aparte, fue favorablemente valorada por la crítica especializada.
Su formación no es netamente empírica, aunque dibujaba desde niño de forma incansable. Se graduó en el Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI) en 1998 y desde entonces no ha parado de trabajar, algo que según sus propias confesiones es un verdadero gozo y disfruta a mares.
Ponce Sánchez no solo es una individualidad referente e interesante en el universo gráfico cubano, por su aguda sensibilidad artística. Lo avala una cultura y una formación técnica que viene de la academia formadora y de la tradición familiar, y la influencia de Nubia, su mamá, muy afín al conocimiento humanístico.
Ha sido profesor de diseño y comunicación en el propio instituto donde se graduó y en la prestigiosa Casa de las Américas. Ha trabajado para numerosas instituciones culturales como el Instituto del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC) y en el Festival Iberoamericano de Cine Pobre, de Gibara, Holguín.
Ha sido notoria su participación como ilustrador de libros de literatura infantil y en la inquieta publicación cultural La Jiribilla.
Además de su publicación en la prensa gráfica y libros infantiles, Nelson ha puesto su extra en la creación de murales. Esto lo hizo como fundador y si se quiere asesor, además de activo creador del grupo Camaleón (2001), formado por algunos de sus alumnos. La etapa de Camaleón fue muy innovadora, expresiva y estimulante. Y se hizo sentir en lugares de la capital cubana con exposiciones, póster y publicaciones.
En 2006 Ponce mereció el relevante premio cubano Prográfica al Mejor Diseñador Joven.
De sus antecesores es admirador declarado de Félix Beltrán, una figura icónica dentro de los creadores de los pósters en Cuba, también profesor del ISDI (1980-82). Pero también tiene afición por los representantes de la gráfica norteña Milton Glaser y David Carson, y los españoles Javier Mariscal e Isidro Ferrer.
Sin embargo, reconoce que ha bebido y bebe de influencias muy numerosas, incluso algunas muy importantes que teme olvidar mencionar en una conversación puntual. Algo que pasa a casi todos.
El trabajo del infatigable Ponce Sánchez, hoy creador independiente, muy vinculado a las instituciones culturales de la nación, ha sido galardonado y reconocido, y expuesto dentro y fuera de Cuba (EE.UU., Italia, España, Polonia, Nueva Zelanda, México, Brasil, entre otros). En Cuba se alzó como Premio Nacional de Diseño del Libro en 2013.