Con magníficos ejemplos de la etapa colonial y de la República, el arte del vitral ha repuntado en Cuba en las últimas décadas, con Vladimir Llorente entre sus más sobresalientes cultores.
Iglesias y edificaciones del centro histórico de La Habana y las ciudades patrimoniales del país, las mansiones de la Avenida de los Presidentes y la calle Paseo del capitalino barrio del Vedado, entre otros sitios, muestran estos majestuosos cristales de épocas pasadas que convierten la luz solar en arte.
Hoy, centros turísticos, instituciones públicas, nuevas residencias… acrecientan su atractivo con bellísimos vitrales, muchos de ellos realizados por Vladimir Fidel Lorente Pérez y el grupo Vitroren que él encabeza.
Cuando estudiaba Economía, ante una lámpara de estilo Tiffani, Llorente comenzó a interesarse y a adentrarse en ese mundo, a principios de los años de 1980.
Transitó por cursos de pintura, dibujo, diseño…, en 1989 empezó a incursionar en el vitral, ingresó en la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, se fue vinculando a la decoración de hoteles y en 1992 se dedicó por completo al arte, contó a nuestra revista Más Cuba.
La labor en el vitral de este auténtico maestro, que utiliza siempre la técnica del emplomado, combina la creación de obras novedosas, la restauración de piezas seculares y la reproducción de cuadros de relevantes pintores, entre otras vertientes.
Casi todos los hoteles del famoso balneario de Varadero, los polos turísticos de Gardalavaca, en la provincia oriental de Holguín, y la cayería del norte de Villa Clara, en la región norcentral de la Isla; hoteles del centro histórico habanero, numerosas iglesias, la capilla de la necrópolis de Colón, la nueva sede del Seminario de San Carlos y San Ambrosio y muchos otros lugares atesoran muestras de su dedicación a este arte.
Trabajos destacados fueron asimismo el vitral que se montó en el altar de la misa masiva que ofició el papa Benedicto XVI en la Plaza de la Revolución en 2012, y los de la casa sacerdotal donde pernoctó Juan Pablo II en su visita a Cuba en 1998.
Obras suyas se encuentran también en países como Estados Unidos, México, España Francia, Italia, Canadá y Ecuador; en ese último ha reproducido cuadros de Oswaldo Guayasamín, a solicitud de la familia del pintor.
Todo lo que emprende lo hace con pasión y le produce satisfacción, pero prefiere los retos de la restauración:
“Los vitrales que más nos llaman la atención son los de las iglesias, porque logras rescatar patrimonios de hace muchos años y llevarlos a su estado original. Es un trabajo de más detalle, hay que hacer un trabajo de mesa muy grande. Primero debe diseñarse todo el vitral, después dibujar sobre el vidrio y saber lo que va a pasar al sacarlo del horno, que está a 600-700 grados; cuando se extrae toda esa obra, entonces comenzar a realizar el vitral.
“Ahora estamos restaurando todos los vitrales de lo que será la sede del gobierno provincial de La Habana, antigua sede del Senado, que son unos 160 metros de vitrales, antiguos, esmaltados, que estamos llevando a su forma original”.
Llorente y Vitroren hace otra variedad de obras, como la herrería artística, y en el mundo del vidrio nada le es ajeno: Lámparas de todos los formatos en diversas técnicas; muebles, como mesas, mamparas y vitrinas que incorporen vidrio, para tiendas, hoteles y joyerías, así como disímiles proyectos con llave en mano que incluyen desde el diseño hasta la producción de todos los muebles.