La Casa de Schulthess: una asombrosa muestra de otra arquitectura cubana

Cuando se habla de arquitectura cubana se recurre siempre al patrimonio de La Habana Vieja, declarado con justicia Patrimonio dela Humanidad y reivindicada por muchos como uno de los más hermosos sitios de América.

Menos atención, sin embargo, se ha prestado al señorial eclecticismo de El Vedado o a la moderna arquitectura de influencias norteamericanas y europeas que constituyen los barrios residenciales de Miramar o el antiguo Country Club Park, hoy conocido como Cubanacán.

En este último sitio, para ser más precisos en la calle 19-A no.15012, se encuentra la llamada Casa de Schulthess, obra monumental del arquitecto austronorteamericano Richard Neutra, uno de los grandes innovadores contemporáneos del arte de hacer casas, y verdadera joya del llamado modernismo tropical.

La mansión, que es desde 1961 residencia de los sucesivos embajadores que ha tenido Suiza en Cuba, fue levantada con la colaboración de dos cubanos: Raúl Álvarez y Enrique Gutiérrez y, como si fuera poco el nombre de Neutra para inmortalizarla, contó también con la participación del gran paisajista brasileño Roberto Bule Marx, a quien se debe todo el entorno natural que la rodea con sus céspedes verdes, sus tamarindos, sus mangos, sus palmas, los estanques y la enorme piscina donde se refleja la soberbia edificación de estructura rectangular.

La casa fue construida en 1956 y especialmente diseñada para el encargado de la Nestle en Cuba, Alfred de Schulthess (de ahí el nombre con que se le conoce), quien solo vivió en ella cuatro años. La obra ganó el Premio Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos de Cuba en 1958. En esa edificación hermosa, de discreta elegancia, Neutra se mantuvo fiel a su divisa de conjugar el cemento armado y la fina madera tropical con un entorno natural que fuese tan protagónico como la casa.

El artista austriaco pensaba que una vivienda “es la sucesora del vientre materno y el arquitecto una especie de experto que construye el refugio para cuando llegamos a ese mundo”. Por su insistencia de hacer presente a la naturaleza en sus creaciones, Neutra es considerado por muchos como un precursor de los movimientos ambientalistas que hoy predominan en el mundo. Tenía la idea de que en los países tropicales las personas no se encierran dentro de sus casas y así regaló al patrimonio cubano una de las grandes joyas del modernismo arquitectónico de la Isla, conservado por los suizos con una dedicación ejemplar.

Eusebio Leal, el historiador de la ciudad de La Habana, ha definido a esta edificación como “una perla colocada en medio de un jardín tropical… una joya arquitectónica rodeada de belleza natural”.

Las extensas terrazas y los amplios ventanales de vidrio relacionan espacios interiores y exteriores, y la sencillez y funcionalidad de la mansión no está reñida con su exquisita y sensual magnificencia, evocadora de una vida hogareña que busca en el contacto con la naturaleza una huida de la vorágine de las capitales como La Habana, en esencia ruidosas y de estrecha cercanía con las vecindades.

Lamentablemente el interior de la casa está vedado al visitante curioso por sus funciones como residencia de diplomáticos. Pero es posible divisar, desde afuera, todos los valores artísticos y la belleza de un (sino el más) importante exponente de esa arquitectura postcolonial que tuvo sus inicios en los años treinta, cuando la ciudad se expandió hacia El Vedado y se volvió a transformar en la década de los cincuenta y los sesenta bajo el efluvio de una negativa imitación de los estilos de vida norteamericanos, pero que dejó también algunos saldos positivos en lo que a la fisonomía de la capital cubana se refiere.

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