¡Vámonos de rumba!

En Cuba es común decir que cuando llaman los tambores, no hay nadie que se resista, sin importar color de la piel o región del país.

En el caso del popular género de la rumba, reconocido recientemente por la Unesco como Patrimonio Intangible Cultural de la Humanidad, el aserto se cumple fielmente porque, para muchos, es más que un modo de bailar, o una melodía fuertemente percutiva de compás binario incitante al movimiento. O la propia fiesta donde se disfruta de esa manera.

El baile de la rumba también expresa, con su energía, extroversión, sensualidad, rítmica peculiar, creatividad, libertad de movimientos y poder de convocatoria, características raigales y distintivas del pueblo cubano. Una idiosincrasia que le da inmensa alegría de vivir, en las verdes y las maduras, y una vocación de socialización legendaria.

De modo que cuando se habla de este género, aún cuando ha tenido sus altas y bajas en cuanto a difusión de la música popular se refiere, hay tela por donde cortar de parte de bailadores, músicos y musicólogos y expertos en etnología.

Investigaciones sugieren, de acuerdo a puntuales evidencias, que la famosa rumba cubana nació en la segunda mitad del siglo XIX en la región occidental del país, en lugares de origen muy humilde, algunos dicen que hasta marginales, de La Habana y la ciudad de Matanzas. Pero también se conocen por su apego al género municipios o ciudades como Guanabacoa, Güines, Unión de Reyes y partes de las provincias Pinar del Río, Cienfuegos y Santa Clara.

Muchos cantaores que peinan canas se refieren a la rumba de tiempos de España, así como al yambú o el guaguancó.

De acuerdo con fuentes populares, todo indica que la rumba tuvo sus primeras manifestaciones en los barracones de los esclavos de los ingenios azucareros, una modalidad económica que tuvo justamente su primer boom en esa etapa, después del declive nacional de la producción cafetalera.

Aunque hay citas históricas de los años 1842 y 1851 que señalan el surgimiento de “rumbas”, especialistas creen que sobre este tema todavía hay que investigar mucho más para llegar a conclusiones más certeras, a partir de bibliografía periódica disponible.

Sí parece un hecho muy probable que la rumba sentara sus reales entre la gente humilde que la cultivaba después de la abolición de la esclavitud, más o menos hacia 1886 o 1888. Fue una época a partir de la cual muchos esclavos emigraron a las ciudades.

Se dice que el término rumba de cajón, manejado en Cuba, surgió cuando España llegó a prohibir la proliferación del uso de tambores entre los descendientes de esclavos ya libres y residentes en las zonas más pobres de las ciudades, en los llamados solares, ciudadelas o cuarterías y moradas de pobres.

Como recurso, aquellas personas que llevaban la música en el alma y en su cuerpo creaban sus nuevos ritmos a partir de las raíces de la lejana África, usando como percutores cajas de madera en desuso, obtenidas de compras o regalos. No es justo afirmar que la rumba proviene solo de raíces africanas, los entendidos manifiestan atinadamente que es una síntesis que incluye aportes de España, también. Eso es innegable.

Que la rumba pasara de su humilde cuna a la aceptación generalizada fue un proceso más visible a partir de los años 40 y 50 del siglo XX, a lo cual contribuyó la aparición de la radio y la televisión en la vida cubana, aunque esta última no era una opción que disfrutara el promedio de la sociedad.

El proceso cristalizador fue lento, pero enriquecedor. Se dice que la difusión inicial de la rumba tuvo un carácter muy comercial. Aunque de todas formas ayudó a su difusión y conocimiento internacional. La rumba que apareció en varios filmes famosos de aquella época, marcó un hito, pues no pudo negar la fuerza y autenticidad de ese ritmo popular cubano, aunque a veces tenía los tijeretazos o “estilizaciones” que todavía dictaban los abundantes prejuicios de entonces.

Con la Revolución y la creación del Conjunto Folklórico Nacional se hizo notorio el empeño de usar y de beber de las auténticas fuentes originales y de sistematizar el estudio del género. Hoy existe una eclosión de agrupaciones danzarías y musicales cultivadoras de las más diversas formas de la contagiosa rumba cubana.

Desde luego, hay debates, polémicas e inconformidades sobre la forma de hacer rumba y difundirla en los tiempos que corren. Que tal cosa exista demuestra que la rumba está muy viva.

Agrupaciones musicales estelares como Los Muñequitos de Matanzas, Irakere, Van Van, Alexander Abreu y NG La Banda, han puesto muy en alto, incluso en la arena internacional, la vigencia de la rumba en tiempos actuales. De acuerdo con los expertos, el guaguancó actual, la conga oriental y occidental, junto a la más novedosa timba. Son manifestaciones o tienen mucho que ver con los aportes de la rumba.

Hay rumba cubana para rato.

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