Ernest Hemingway, el escritor estadounidense de fama mundial que legó su medalla de Premio Nobel de Literatura a Cuba, dejándola para siempre al amparo de la Virgen de la Caridad del Cobre —la Patrona de todos los cubanos— tuvo en las afueras de La Habana, en el pintoresco pueblo de San Francisco de Paula, su estancia de trabajo y un refugio que lo acogió por más de 20 años.
Comenzó Hemingway a vivir en Finca Vigía —así se nombró y sigue llamándose el lugar donde fijó su residencia en Cuba— alrededor de 1939. El sitio había sido descubierto por su tercera esposa, la reportera Martha Gellhorn, aunque ya desde finales de la década anterior el escritor norteamericano conocía y se interesaba por La Habana.
En 1928 estuvo por primera vez en la ciudad, pero su estancia fue realmente corta pues, procedente de Europa, andaba de paso hacia Cayo Hueso, lugar donde vivió una temporada. Fue en este tiempo que se apasionó por las contingencias de la llamada pesca mayor y las posibilidades que la Corriente del Golfo le ofrece a esta práctica. La experiencia que vivió durante esta etapa de su existencia fue motivo en muchos de sus vívidos relatos.
Por su predios de la Finca Vigía, y más allá de ellos, solía andar en short, y durante la etapa estival, casi siempre sin camisa. Varios testimonios lo recuerdan escribiendo de pie y paseándose de un lugar a otro en su habitación de trabajo, descalzo. Era amante de los gatos y un entusiasta del béisbol; tan así era que sufragó para el solaz de la muchachada de San Francisco de Paula un equipo que, con el nombre de Las estrellas de Gigi, se entrenaba en este deporte.
Fue anfitrión en Finca Vigía de famosos toreros, poetas y políticos, y recibió a varias actrices y actores que caracterizaron para el cine algunos personajes de sus obras literarias. Ingrid Bergman, Ava Gardner, Gary Cooper y Errol Flynn entre ellos; Spencer Tracy, el héroe de El viejo y el mar fue también uno de sus invitados de honor. Por esta novela que transcurre mar adentro y en escenarios del poblado marinero de Cojímar al este de La Habana, Hemingway obtuvo el Premio Pulitzer en 1953.
Pero si Finca Vigía fue su rincón favorito en La Habana para ir a la carga literaria, su huella se dispersó por muchas otras plazas y vericuetos de la capital. La habitación número 511 del Hotel Ambos Mundos, que solía alquilar en el mismo centro de La Habana Vieja, hoy retiene como por arte de magia su presencia. Dicen que ahí comenzó a escribir las primeras páginas de Por quién doblan las campanas, sin lugar a dudas una novela entrañable, caracterizada por elementos autobiográficos. El protagonista de esta obra, al igual que su autor y creador, resultaba ser un norteamericano altruista ligado a toda la humanidad y comprometido con la causa de los republicanos que combatieron durante la Guerra Civil Española.
Hemingway caminó muchas veces la calle Obispo en dirección al Restaurante Floridita, para saborearsu cóctel preferido, un Daiquirí helado servido en una copa bordeada de escarcha azucarada. La banqueta del emblemático bar donde siempre se sentó el escritor estadounidense hoy la ocupa una magnífica escultura que lo representa a escala natural, realizada por el artista cubano José Villa Soberón.
Sin embargo, la cerveza Hatuey, que consumió muchas veces en el mesón La Terraza de Cojímar, fue la bebida elegida para compartir con sus amigos, los pescadores. Desde este punto de la geografía costera situado a unos siete kilómetros de La Habana, fondeó y levó el ancla de su barca “Pilar”, testigo de sus pesquerías en aguas del Golfo, pero también de su búsqueda, durante la Segunda Guerra Mundial, de los submarinos nazis que pululaban en aguas antillanas.
En 1946, en una sencilla ceremonia en La Habana, Hemingway se casó con la que sería su cuarta y última esposa, la legendaria corresponsal del Time Life Force, Mary Welsh. Cuando ella quedó viuda en 1961 —el escritor y periodista se suicidó en la mañana del 2 de julio en Sun Valley, Pensilvania— viajó a Cuba y, luego de una entrevista con Fidel Castro, a quien el escritor conoció, donó oficialmente al país la Finca Vigía, lugar que hoy preserva para todos una excelente colección de variados objetos personales del autor de El Viejo y el Mar, parte de su biblioteca y también su archivo.
Ernest Hemingway, uno de los escritores más importantes del siglo pasado y de todos los tiempos, el corresponsal de guerra y reportero que recorrió el mundo de su época como tal vez ningún otro lo hizo, es recordado y apreciado en Cuba por sus magníficas obras, muy especialmente por su clásico El viejo y el mar. Por este conmovedor pasaje de la realidad llevado a planos literarios y por su cordial camaradería y simpatía, los pescadores le erigieron un monumento en una céntrica glorieta en el poblado de Cojímar y pusieron su nombre a la marina que es sede de los mundialmente conocidos Torneos de la Pesca de la Aguja, inaugurados por el propio escritor en el año 1950.