Los electrodomésticos han supuesto una auténtica revolución en nuestra sociedad. Las personas mayores aún pueden recordar cómo era la vida sin nevera, cuando la seguridad alimentaria dejaba mucho que desear, o las duras jornadas de lavado que soportaban habitualmente las mujeres. Estos aparatos no llevan mucho entre nosotros, pero ya no podríamos vivir sin ellos.
Sin embargo, muchos de estos grandes electrodomésticos pueden presentar riesgos si acumulan demasiados años de uso, por ineficiencia y por defectos de seguridad. Actualmente la mayoría de las personas, a la hora de comprar, piensan más en las medidas del aparato y en su precio que en las ventajas o desventajas para la salud, cuando no debería ser así. La seguridad eléctrica, el ruido, las vibraciones, la capacidad de conservación de alimentos, la eliminación de ácaros y bacterias… son factores que considerar en la elección de un electrodoméstico u otro.
La nevera mejora la seguridad alimentaria
El hueco del que se dispone en la cocina es decisivo para elegir la nevera, pero no solo habría que pensar en sus medidas, sino en cuáles son las necesidades del usuario: ¿come siempre fuera de casa?, ¿congela a menudo?, ¿cuántos son en la familia?, ¿consumen más verduras o más carnes y pescados? De acuerdo con las respuestas, deberá optar por una clásica nevera de dos puertas, por un combi (congelador y nevera con termostatos independientes) o incluso por un frigorífico americano con dispensador de hielo y agua fría.
El frigorífico es un elemento de seguridad alimentaria que permite conservar los alimentos en perfecto estado durante más tiempo, lo cual también es un factor de ahorro. Es muy importante que tenga la máxima eficiencia energética porque, a diferencia de otros electrodomésticos, este siempre estará encendido.
Posibles riesgos: si no se regula bien la temperatura, puede congelar demasiado, con lo que gastará más y no mejorará los alimentos ni los sabores. Hay que instalarlo fuera de fuentes de calor y con espacio suficiente para que no se dificulte la ventilación.
La lavadora, un aliado contra las alergias
Es un electrodoméstico esencial tanto si uno vive solo como en compañía; además de porque evita las incomodidades de lavar a mano, que dañan la piel, la espalda y las articulaciones por la necesidad de efectuar movimientos repetitivos, también porque lavar a máquina permite emplear menos agua y eliminar la suciedad de forma más eficiente.
Existen marcas y modelos con programas especiales para personas alérgicas, y aunque no haya problema con los alérgenos, sí conviene emplear la lavadora para mantener a raya algunos nidos de ácaros como los que se forman en los peluches, las alfombras, cortinas, almohadas… Se deben meter en la lavadora con cierta regularidad. Por cierto, que los peluches también se pueden introducir en el congelador en una bolsa de plástico durante 24 horas para eliminar los ácaros.
Conviene elegir lavadoras con capacidad para poder meter todas esas cosas voluminosas del hogar, como los cojines, pero también que ofrezcan programas de media carga para no gastar de más y ponerlas a funcionar cuando sea necesario.
Otra función imprescindible contra las bacterias es poder regular la temperatura, para ello habrá que comprar aparatos de alta eficiencia energética. En caso de alergias, está indicado el lavado a 60º.
Posibles riesgos: el ruido. Es importante que la lavadora sea silenciosa, aunque se coloque en la terraza o el tendedero, para que no moleste ni a sus propietarios ni a sus vecinos. El nivel de ruido se mide en decibelios (dBA), una lavadora que tenga menos de 50 dBA durante el lavado, o equivalente a una conversación normal, y menos de 60 dBA durante el centrifugado es la idónea. Estos son unos ejemplos para que podamos darnos cuenta de la intensidad de los ruidos: canto de un pájaro (10), gritar (80) bocina coche (90), Discoteca (110) o una taladradora de obra (120). Estar sometidos a muchos ruidos puede producirnos inquietud, inseguridad, impotencia, agresividad, desinterés, falta de iniciativa, o incluso depresión.
Secadoras, también para evitar alérgenos
Hay quien prefiere una lavadora secadora y hay quien elige una secadora aparte. En zonas lluviosas o húmedas donde parece que la ropa está más mojada cada día que pasa, en viviendas sin tendederos, o familias con bebés es importantísimo tener uno de estos electrodomésticos.
Como no todas las prendas se pueden lavar en caliente, si se usa secadora, también es posible eliminar ácaros y otros alérgenos porque pueden actuar a 60º. Otra de sus ventajas es que permite tener mucha menos ropa, especialmente sábanas y toallas, porque se secan al momento y pueden volver a usarse inmediatamente.
Posibles riesgos: al igual que la lavadora, la secadora debe ser silenciosa. Hay que limpiar las pelusas después de cada uso para evitar que se obstruya.
Lavavajillas contra las bacterias
Una de las tareas más tediosas en la vida es fregar los platos y, después, tener que secarlos. Pasar alrededor de 40 minutos diarios haciendo lo que puede hacer una máquina es absurdo para la mayoría. Pero, además, los platos lavados a mano tienen más bacterias que aquellos que pasan por el lavavajillas, que trabaja con temperaturas altas y elimina por completo cualquier microbio.
Posibles riesgos: si no se limpia el filtro periódicamente y las salidas de agua, el lavado no será eficaz.
Hornos para comer más sano
Los convencionales permiten acabar con las bacterias durante el cocinado y, además, comer de forma más saludable: el asado es mejor que los fritos. Y si los hornos son de vapor todavía mejor.
En cuanto a los microondas, son muy útiles para calentar, y mejor si son multifunciones. Todos resultan cómodos y saludables.
Posibles riesgos: atención a los alimentos que explotan por sobrecalentamiento en los microondas y si se producen roturas o fisuras en puertas o cristales, hay que desecharlos. Es importante usar recipientes aptos para cada tipo de horno y microondas e indicados para el consumo alimentario. En cuanto a los hornos convencionales, se deben elegir los que incorporen medidas de seguridad como puerta fría, etc.
Campanas extractoras, imprescindibles
Las personas que instalan un extractor para evitar olores en su hogar deberían pensar que es la mejor idea que han tenido porque además están protegiendo su salud. El extractor es fundamental para garantizar la calidad del aire que se respira en la casa, ya que filtra el humo, las grasas, los vapores de monóxido de carbono y otros tipos de partículas muy dañinas.
Posibles riesgos: un 82 % de los hogares tienen campana extractora con salida de humos o no, dependiendo de las necesidades de su cocina, pero confiesan que casi nunca la ponen porque es muy ruidosa. Por eso es esencial elegir modelos silenciosos y no olvidar cambiar el filtro a menudo y mantenerlas limpias para su eficacia.
En general, todo aparato enchufado emite campos electromagnéticos que pueden afectar a la salud, sobre todo los transformadores, por lo que no conviene permanecer muchas horas junto a los enchufes o tenerlos justo al lado de donde dormimos.