Las C de la palabra COCINA

Cuando nos referimos a la cocina literalmente, estamos hablando del aparato que sirve para cocinar o de la habitación donde se elaboran los alimentos, de ahí se derivan los términos cocinero: persona que cocina y como resultado de esta actividad y de la relación de este con los alimentos y el entorno surge la palabra gastronomía. Por otra parte, cuando un cocinero es creativo en sus propuestas surge el arte culinario que es en definitiva la meta de todos los cocineros que aman lo que hacen. Todo esto puede parecer no relacionado entre sí, o mejor dicho, relacionado intencionalmente y en efecto así es.

Un chef debe ser un buen cocinero, gastrónomo y artista culinario, pero esto solo se logra con una buena formación profesional y ahí estamos involucrados varios sectores de la sociedad, pues el resultado final es un trabajo en equipo desde los productores de los alimentos, el que lava los platos, el cocinero, hasta el mesonero que lo lleva al comensal; hoy día el equipo de cocina es el creador de la obra.

Las C de la palabra cocina son la C de Ciencia y la C de Cultura y en conjunto forman la “Cocina”; esta combinación perfecta logra lo que queremos, un cocinero o chef que tenga las técnicas y conocimientos necesarios para ser un artista culinario y gastrónomo a la vez para llevar la cocina autóctona o criolla a lo más alto, pero para eso tenemos que asumir y concientizar que lo más importante es la formación integral de los cocineros para poder alcanzar una verdadera revolución en la enseñanza culinaria y que los egresados salgan con las herramientas necesarias para lograrlo; formar nuevas generaciones que puedan cambiar las viejas formas de trabajar y de proyectar nuestra cocina regional y nacional al resto del mundo, y estamos en el momento indicado con el aumento creciente del turismo. Es la hora de dar a conocernos más allá del tabaco, el ron y el azúcar, pues como dice el dicho que somos lo que comemos, somos un pueblo multirracial que a lo largo de nuestra historia hemos creado una cubanía que nos define y nos caracteriza en todos los sentidos, inclusive en nuestra gastronomía.

Sentiríamos que ha valido la pena el gran esfuerzo de enseñar, el día que la mayoría de nuestros egresados salgan con la técnica dominada de un lomito Wellington o una salsa española, y las ganas de presentar a nivel gourmet y con orgullo merecido nuestro ajiaco criollo, el picadillo a la habanera o el exquisito lechón asado; o nuestros postres clásicos como el boniatillo, el majarete o las sencillas torticas de morón. Ese día podemos decir que vamos por el camino correcto.

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