Este artista cubano, con un discurso muy propio, se ha dedicado no solo a la pintura, también ha incursionado en otras manifestaciones como la escultura y las instalaciones, que han jugado un papel muy importante en su obra.
Irving Torres Barroso (Cienfuegos, Cuba, 1979), autodidacta, siente una atracción muy fuerte a la hora de plasmar en sus cuadros lo que nos quiere decir, y es ahí, en la pintura, donde encontramos toda su fuerza, su poética; es ahí, precisamente, donde observamos cómo nos va llevando de su mano para que en sus cuadros podamos apreciar su estética, su forma de utilizar los colores, que cobran mucha fuerza y con los cuales juega hasta que llegan a constituir algo indisoluble del espacio en sus lienzos, para convertirse en esa atmósfera presente en toda su obra, como es la abstracción, que nos va seduciendo, y no podemos, ante su obra, pasar por alto nada de lo que nos quiere decir.
Es Irving Torres Barroso un artista que posee un trazo firme y muy personal, apreciable en toda su propuesta artística; nos identificamos con él desde el primer contacto, nos adueñamos de sus cuadros, los hacemos nuestros y disfrutamos con ese goce íntimo que nos brinda en la combinación entre los colores, las luces, sin dejar pasar por alto su manera de utilizar el óleo y la pintura de esmalte, una novedad que sabe aprovechar muy bien.
Al observar la pintura de Irving Torres Barroso, nos damos cuenta de que estamos en presencia de un artista con una voz muy fuerte en las artes plásticas, con un universo muy íntimo, todo lo cual hace que nos volvamos cómplices de él y de sus cuadros, y así disfrutamos al encontrarnos frente a este hacedor de sueños y fantasías.