Algunos perciben esa formación vegetal congelada en el tiempo como una visión de espectral hermosura. Otros, la comparan con un sitio de brujas. Nadie está preparado para contemplar sin estupor un conjunto de auténticos árboles de piedra, creados por la naturaleza en un proceso tal vez demasiado largo, plagado todavía de enigmas para la ciencia.
Son escasos los conocidos en el mundo, pero quizás los más famosos sean los de la Patagonia, donde el tiempo congeló araucarias de hace 150 millones de años. En Cuba, la paleontología halló cuatro lugares con características de bosque pétreo, o arcaico, como también se le llama. De todos, el más importante es el conjunto de Najasa, unas 200 hectáreas ubicadas en esa localidad de la provincia de Camagüey, al centro del país.
Los científicos prefieren guardar silencio sobre la ubicación de los otros, con miras a su protección, lo que es muy sensato debido a que la fragilidad de esos sitios es tal, que no resistirían una avalancha de curiosos con la intención de llevarse un “recuerdo”, sin contar con los depredadores de oficio, que nunca faltan.
Por ahora, la ciencia los estudia y hace esfuerzos por organizar su protección. En 2001, el bosque de Najasa recibió la condición de Elemento Natural Destacado y después, la de Monumento Nacional. Tal vez un día se cree un sendero turístico, que garantice su preservación.
Según expertos, un huracán de gran intensidad ocurrido en el Pleistoceno, tal vez hace unos 10 000 años, pudo azotar el lugar, y causar el derribo de árboles e inundaciones. La catástrofe quizá hubiera cubierto de lodo y sedimentos con altos contenidos de sílice tanto los troncos derribados como los que pudiesen haber quedado en pie. A partir de ese momento, comenzó un lento proceso de intercambio molecular y a aquellas estructuras vegetales, cuyo eslabón principal era el carbono, no les quedó más remedio que incorporar la sílice y fueron convirtiéndose paulatinamente en piedras.
Pero la especulación científica, basada en el hallazgo de nuevas evidencias, no se ha quedado ahí. Hay otra nueva hipótesis, llamada del “paleocauce”, que incluso incorpora la posibilidad del evento meteorológico supuesto. Esta nueva teoría la sustentó hace unos años un equipo de geofísicos camagüeyanos compuesto por Roberto Viltres, Manuel García, Antonio Barroso, Tomás Ayala y Abraham Camero.Ellos afirmaron haber encontrado un cauce en la parte del bosque denominado La Estrella y piensan que hubo un colosal temporal, y más tarde las arenas, lodos y aguas de un antiguo río cercano lo cubrieron todo para dar comienzo al intercambio geoquímico y a la transmutación molecular de la vegetación. Cuando al cabo de mucho tiempo el bosque comenzó a emerger, por movimientos de la corteza terrestre, el río migró, buscando otro cauce.
También han explicado que sectores de los bosques de La Estrella, La Clotilde y Santa Rosa y San José del Chorrillo, sugieren que están situados en las cercanías de lo que suponen sea un volcán extinto. Pudiera haber sucedido lo siguiente: corrientes de aguas altamente mineralizadas y a altas temperatura lograron entrar a presión por las raíces de los árboles de Najasa, lo que les causó la muerte.
Najasa y su bosque encantado, siguen seduciendo a todos y esperando por la continuidad de la investigación científica. Ojalá tengamos pronto nuevas noticias. Pero algo muy importante es, sobre todo, la depredación inconsciente o culposa y conservar a toda costa este privilegiado sitio, más allá del interés por promover un turismo de naturaleza, que ya se abierto paso en las inmediaciones. Es cierto que existen leyes de protección y un cuerpo de guarda forestal bien preparado, pero aun así, no es suficiente. Ojo con Najasa.
Tuve el inmenso placer de conocer de primera mano parte del bosque fósil situado en la finca Santa Rosa años antes de que fuera un lugar tan conocido. Me impresiono mucho conocer el lugar y conserve durante años algunos trozos de madera petrificada, hermoso y muy interesante