Las primeras colecciones de historia natural de la isla de Cuba tienen sus orígenes más remotos en las expediciones que fueron incentivadas por el espíritu de conocimiento del movimiento de la ilustración europea. La botánica, ciencia de utilidades afín con la agricultura y la medicina fue, sin lugar a dudas, la de mayor representación en aquellos repertorios precursores.
Algunas colecciones botánicas y hasta dibujos de plantas y sus descripciones se les atribuyen a escoceses, suecos, alemanes, ingleses, y por su puesto a españoles, quienes manifestaron una magnífica disposición por colectar y clasificar objetos de la naturaleza en el llamado Nuevo Mundo.
Sin embargo, fue un militar portugués llamado Antonio Parra Callado, avecinado en la villa de San Cristóbal de La Habana en la década de los años 70 del siglo XVIII, quien, atraído por la profusión de la naturaleza de la mayor isla caribeña, expresó su interés coleccionista y fomentó en esta ciudad el primer gabinete de historia natural del que se tenga conocimiento.
Motivado con la idea de preparar un repertorio botánico que incluyera además de especímenes adultos, sus plántulas y semillas,no solo los coleccionó y envió a instituciones españolas, sino también dio a la luz un folleto que contenía muy buena información sobre los cedros que en la isla podían encontrarse.
Fue este curioso coleccionista fundador del primer museo que existió en Cuba, el autor del libro Descripción de diferentes piezas de Historia Natural, las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas, título que encabeza la literatura científica cubana.
El libro, editado en la Imprenta de la Capitanía General en la ciudad de La Habana en el año 1787, contiene muchísimos grabados (calco grabado) de peces cubanos y las descripciones de las piezas más interesantes de su colección museística compuesta por peces disecados, crustáceos, corales y esponjas, información del mobiliario que las contenía y otros temas curiosos relacionados con el medio ambiente y la medicina.
La joya de este gabinete nombrada palma animal, un crinoideo pedunculado cuyos restos petrificados antecedieron al conocimiento, incluso, de su misma forma viva, fue observada por Parra con un rústico microscopio.
El hijo de Antonio Parra, tomando como modelos los ejemplares de la colección preparada y las especies obtenidas y compradas en los mercados de la ciudad para tales fines, fue el dibujante de las ilustraciones que aparecen en este primer libro científico, a su vez catálogo del gabinete.
En 1793 Antonio Parra regresó a la península llevando consigo todas las colecciones que formaron su curioso museo. Hoy día solo algunas piezas de aquel singular gabinete habanero, abierto a los curiosos en la calle Tejadillo número 8, desde horas tempranas de la mañana hasta las 9 de la noche —en horas cómodas—, como reza el anuncio del Papel Periódico de la Havana del 22 de julio de 1792, se encuentran conservadas en el Museo Nacional de Historia Natural de Madrid.
Quisiera que me enviaran una imagen o fotografía de Antonio Parra Callado. Confío en ustedes, sé que son competentes y no me van a defraudar.