Sopa ideal después de una trasnochada

Según parece, fue Estanislao Leczinski, rey polaco suegro de Luis XV de Francia, buen gastrónomo y personaje bonachón, el que descubrió esta sopa tradicional cuando hizo parada en una fonda de Chalons, cuando iba camino de Versalles para visitar a su hija.

Quizás por eso los franceses se consideran guardianes de esta delicia. Es una sopa antiquísima (se conservó la tradición medieval de verterla sobre una rebanada de pan), y es probable que existiera en otros países europeos. Aparece en la edición más antigua del libro de cocina del siglo XIV, llamado Le viandier de Taillevent, conservado en la Biblioteca Nacional de Francia.

Pero el aroma y calidez de este plato se expandió por todo el mundo y a Cuba llegó con los franceses que se asentaron en la Isla luego de la Revolución de Haití a fines del siglo XVIII.

Esta sopa ganó su fama en el siglo XIX, cuando se extendió en París la costumbre de tomar algo caliente en los pocos sitios abiertos a altas horas de la madrugada, las tabernas y restaurantes que rodeaban las Halles de París o el mercado central de abastos. La sopa de cebolla pasó de ser un plato identificado con los trabajadores del mercado a ser también un tentempié para noctámbulos.

En la segunda mitad del siglo XX las Halles fueron derribadas, pero la tradición no solo se mantuvo en ese barrio parisino, sino que se extendió y se incorporó a las costumbres de los franceses dentro y fuera del país.

En 1826 Francia decretó que todos los domingos se comiera sopa de cebolla.

Receta de sopa de cebollas a la crema a lo Nitza Villapol

(Según aparece en el libro Cocina al minuto, de Nitza Villapol y Martha Martínez, editado en 1956, en La Habana).

Ingredientes:

4 cdas. de mantequilla
1 cdta. de sal
6 cebollas blancas medianas
1 cdta. de sazón completo
2 tazas de leche
1/4 cdta. de pimienta
4 rebanadas de pan
1 cda. de harina o maicena
4 cdas. de queso rallado
1 taza de caldo

Elaboración:

Derrita la mantequilla. Cocine en ella las cebollas cortadas en ruedas finitas hasta que estén blandas. Revuélvalas para que no se peguen al fondo de la cacerola. Añada la leche con la harina, caldo, sal, sazón completo y pimienta.

Añada esto a las cebollas y déjelo hervir revolviéndolo constantemente. Después que hierva, déjelo a fuego muy lento durante veinticinco minutos. Da para cuatro raciones.

Algunas recetas añaden harina o maicena para espesar ligeramente. También se puede añadir vino rosado o blanco en un caldo ligero de hortalizas o carne.

Se suele servir en un cuenco o tazón con un poco de queso rallado por arriba. A modo de las sopas medievales, se puede poner una rebanada de pan en el fondo del tazón.

La versión francesa tiene una variante tradicional llamada gratinada, ya que una vez que la sopa es servida, se cubre con una rebanada de pan blanco en la que se espolvorea el queso rallado y se pone al horno hasta ver el pan dorado.

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