En la zona premontaña La Muralla, en San Cristóbal, Artemisa, está la finca Los Ortega, distintiva por su historia, riquezas naturales, culturales y sus habitantes, guardianes del entorno.
Vueltabajo Natural
Si bien el sitio se distingue por los aportes a la historia local, sus valores medioambientales le otorgan un particular atractivo dentro del variado relieve municipal.
Esos atributos han sido bien cuidados en el transcurso de los años por las sucesivas generaciones de la familia, quienes en su mayoría han permanecido apegadas al terruño.
La profunda conexión entre ellos y la naturaleza se aprecia al recorrer sus bosques, recuperados tras el azote de los ciclones Ike y Gustav en 2008 en buena medida, gracias a las acciones de rescate y conservación de la flora y la fauna impulsadas por José Raúl Ortega Acosta, líder del proyecto histórico medioambiental Los Ortega.
El trabajo de educación popular que por años ha guiado el veterano sancristobalense, prendió en una población de por sí amante y respetuosa del monte y sus habitantes; alumnos de varias universidades (incluso extranjeras) y de otros centros de estudios, han visitado el lugar interesados en conocer la flora, la fauna, los paisajes y a su gente.
Por eso, tan atinado resulta el proyecto de desarrollo local Vueltabajo Natural, del Licenciado Alberto R. Fernández, máximo representante del grupo de gestores, que pretende aprovechar las potencialidades de la región para fomentar el turismo rural.
Los promotores plantean un producto sustentado en la ética y conducta de la sostenibilidad y responsabilidad, para el bien común de San Cristóbal y en el futuro, de Artemisa. Con su concreción, se aprovecharían las posibilidades que ofrece la política para impulsar el desarrollo territorial en el país, aprobada en 2020.
Si bien en Cuba se practica el turismo de naturaleza desde hace algún tiempo, Vueltabajo Natural, pudiera formar parte de un programa de desarrollo turístico local e incluirse en la estrategia de desardollo municipal.
Vueltabajo Natural proporcionaría a los visitantes una recreación inteligente en un ecosistema donde los valores históricos, ambientales y culturales son el centro de atención; al mismo tiempo, una participación directa en el rescate y conservación de esos atributos.
Para los anfitriones, además, generaría nuevos empleos y, por consiguiente, nuevas fuentes de ingresos, aumento de la calidad de vida y desarrollo de la comunidad.
(Con información de El Artemiseño, por Aydelín Vázquez Mesa)