El Pelú de Baracoa

Baracoa, la más oriental ciudad de Cuba, la Primada como se le conoce fue la primera villa fundada por los españoles en la isla en 1511 y tiene mucho que aportar al turismo que está en alza en esta isla caribeña.

Entre sus valores añadidos se encuentran las leyendas y tradiciones como el caso de la relacionada con El Pelú, un español que tiene su escultura en uno de sus paseos principales de la ciudad.

Por el año 1893 llegó a Baracoa un misterioso personaje nombrado Vicente Rodríguez, procedente de Poza, provincia de la Coruña en España.

Algunas narraciones lo señalan como un rico comerciante que tuvo gran fortuna en Santiago de Cuba. Por esos días era tratado como un gran señor y su inteligencia inspiraba respeto.

Un buen día Vicente se marchó, pero nadie supo a dónde. Algún tiempo después regresó a Baracoa, exactamente en el año 1896, pero su aspecto ya no era el mismo. El hombre llegó despojado de toda fortuna y envuelto en la más cruda miseria.

Exhibía el pelo desaliñado, una barba rizada muy revuelta y ropas en harapos. Dicen que enloqueció completamente y caminaba descalzo y con los pantalones remangados.

Nunca fue agresivo con nadie, pero al verlo deambular solo por las noches, las personas comenzaron a temerle y a esgrimir fábulas tenebrosas sobre la presencia de aquel hombre, al que llamaron el “Pelú de Baracoa” o “El misterioso”.

Algunos lo humillaron, incluso fue apedreado varias veces y luego de protestas, el Ayuntamiento decidió expulsarlo para siempre de la localidad.

El día de su partida, el “Pelú de Baracoa”, maldijo al lugar. Poco antes de abordar la embarcación donde iba a ser trasladado se le escuchó decir: “en Baracoa se harán muchos buenos planes, se generarán muchas buenas ideas, pero todas se desmoronarán, nada se les cumplirá”.

La leyenda es ya centenaria, pero aún continúa intacta en la memoria popular. Muchos baracoenses creen fervientemente en esta maldición.

A este personaje se le asocia siempre con los malestares y vicisitudes que golpearon a los coterráneos de la ciudad de Baracoa por aquellas épocas, e incluso en el presente, cuando un fuerte ciclón destruyó muchas casas.

Esos vaticinios de El Pelú para la ciudad de Baracoa a finales de la década del noventa siglo XIX, pasaron de generación en generación hasta el presente, y para bien o para mal una estatua le recuerda.

Estatua junto a la que todo el que llega a Baracoa se retrata como uno de los souvenires más preciados que lleva a su hogar de regreso.

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