La Estación Central del Ferrocarril de La Habana, en la actualidad en remodelación, constituye un lugar de mucha historia y con una arquitectura atractiva que llama la atención de quien pasea cerca de ella.
Desde el mismo espacio donde se encuentra, los historiadores marcan la casi leyenda del lugar pues la ubican como sustituta del demolido Arsenal Militar.
Esta curiosidad, hoy atractivo para los turistas que andan por La Habana, se construyó en 1912 y sustituyó a la primera estación de ferrocarriles habanera, la de Villanueva, ubicada en los terrenos que hoy ocupa el Capitolio.
Pero la novedad realmente partió del hecho de contar este archipiélago con ferrocarril desde 1837, uno de los primeros países del mundo con este servicio.
En tiempos del presidente José Miguel Gómez se previó la necesidad de un buen espacio para el ferrocarril, pues Villanueva se hacía pequeña.
Las compañías ferroviarias ofrecieron el canje de los céntricos terrenos de la Villanueva por los vetustos y abandonados del Arsenal, donde había estado instalado un importante astillero, y para la edificación contrataron al arquitecto estadounidense Kenneth McKenzie Murchison.
El historiador Gerardo Castellanos señala que el 30 de noviembre de 1912 se inauguró oficialmente el edificio actual de la terminal de trenes, como centro de operaciones de la compañía Ferrocarriles Unidos de Cuba y de la Havana Central Railroad.
La edificación, con sus amplios ventanales, su reloj, barandales y balcones interiores, fue construida en la intersección de las calles Arsenal y Egido, y al frente tiene una plaza pavimentada de adoquines, cerrada por una verja de hierro y cemento.
Sus líneas reproducen elementos del Renacimiento español, y se debe a ingenieros, arquitectos y contratistas norteamericanos.
El edificio consta de cuatro pisos rematados a ambos lados por dos torreones que se elevan 38 metros sobre el nivel de la calle, construidos de acero y hormigón armado, y adornado con terracota y azulejos. En la planta baja se encuentra el salón de espera, decorado con columnas revestidas de mármol.
La plataforma consta de sotechados dobles sobre los andenes, con acceso a vías para trenes de pasaje.
El complejo de transporte se extiende con sus peculiares elevados a lo largo de toda la ensenada de Atarés, uno de los tres canales de la Bahía de La Habana. Los elevados son de vital importancia para las operaciones de los trenes de pasajeros que llegan o parten de la Estación Central.
La Estación Central es la principal terminal ferroviaria de La Habana, y de toda Cuba, y en 1983 fue declarada Monumento Nacional.
Sus sistemas de vías elevadas cuentan con casi un kilómetro de extensión y sus patios de pasaje y carga, tienen un área de 14 mil metros cuadrados.
Normalmente, en su momento de auge, de la Estación Central partían los trenes de pasajeros de larga distancia por el Ferrocarril Central hasta Guantánamo, Santiago de Cuba, Holguín, Manzanillo, Morón y Sancti Spíritus (orientre y centro del país). Por el Ferrocarril del Sur hasta Cienfuegos (región surcentral) y por el Ferrocarril del Oeste hasta Pinar del Río (occidente).
La belleza de ese local, emula con la de las más importantes estaciones del mundo, quizás un tanto más pequeña, pero con una historia que muchos desean conocer.